Érase una vez… En una tierra bastante cercana a donde estamos ahora:

Había un médico llamado Dr. Ted que trabajaba en el departamento de medicina ocupacional de una gran ORGANIZACIÓN. Esta ORGANIZACIÓN había cambiado de manos recientemente, y las personas a cargo también estaban cambiando. ¡El Dr. Ted vio su oportunidad! Fue a liderazgo y compartió sus ideas sobre cómo mejorar el departamento, ofreciendo mejores y más efectivos servicios. La ORGANIZACIÓN dijo: “No. Nos gusta tal como es. De hecho, probablemente necesitemos controlarlo más y extraer algunos recursos”.

Esta noticia podría haber dejado al Dr. Ted desanimado y debidamente castigado. En cambio, el Dr. Ted pensó para sí mismo: “Tengo buenas ideas. Debería hacer esto por mi cuenta. Y con esta epifanía, se tramó un plan para crear una clínica de medicina ocupacional mejor, más fuerte y más rápida. Formando alianzas con una banda de intrépidos rebeldes, el Dr. Ted abrió las puertas de Yakima Worker Care el 3 de noviembre de 2003. 

La clínica creció rápidamente hasta el punto de que estaba claro que el Dr. Ted necesitaba contratar a más personas y abrir otra clínica en Sunnyside menos de un año después.

A medida que crecían las clínicas, el Dr. Ted y su grupo se enfrentaron a desafíos de nuevos competidores y mercados fluctuantes. Sin embargo, el Dr. Ted siguió adelante, buscando conquistar el mundo laboral en la tierra vecina de Tri-Cities. En 2007, estableció una clínica en Pasco, contrató personal adicional, creó nuevas alianzas y trabajó para dejar una marca indeleble en el paisaje de Pasco.

Las clínicas continuaron creciendo y encontrando su lugar en sus comunidades, y el Dr. Ted se dio cuenta de que se avecinaba otro cambio. Pensó en la vida, el universo y todo, y llegó a la conclusión de que, en algún momento, podría tener que planificar su jubilación y qué hacer con Yakima Worker Care. ¿Pero cuando? ¿Cómo?

Consideró ofertas de grandes ORGANIZACIONES y otros forasteros cuyos ideales no coincidían con los de la clínica. ¿Qué pasaría?

​ Y luego, el Dr. Ted se dijo a sí mismo: "¡Puedo vender esto a personas que ya conozco y en las que confío, y que han demostrado de manera competente su comprensión del negocio!" Y con esta epifanía, el Dr. Ted se acercó a dos empleados: Julie, la directora ejecutiva (y su hija), y Cari, una proveedora médica. Y ellos dijeron: “Sí, te compraremos el negocio”.